Tal como reza el eslogan de la película, esta primera entrega del director chileno Matias Bize, es el relato en tiempo real de la ruptura de una pareja minutos antes de dar el sí en el altar, todo eso desencadenado por la revelación de Antonia (Antonia Zegers), hasta ese momento la amante desconocida del novio, acompañada de la prueba de la traición, un test de embarazo como prueba irrefutable de la traición, prueba que Blanca (Blanca Lewin) ve sin dar crédito a lo que esta pasando, todo filmado por una acompañante de la futura madre, que tiene como misión, primero, registrar la revelación ante esta novia que pasa de la felicidad a la desilusión, y luego, de acompañar a esta ultima, dejar registro tambien del interrogatorio al novio (Victor Montero), quien es sorprendido metido en la ducha, incauto, sin saber lo que se le espera, de antología la analogía que hace Víctor de cómo se toman los hombres las relaciones amorosas, comparándolas con las carpetas de Windows. Entre amigos preocupados, padres buscando razones y un admirador platónico (Diego Muñoz) quien recibe los lamentos de Blanca, quien más que recurrir a el como una esperanza, solo ve en Diego la forma perfecta de olvidarse de lo que duele, de lo que la destruye.