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Se ha vuelto una larga espera, el impulso no fue suficiente y el entusiasmo duró lo que le corresponde, las risas ya se largaron a habitar otros rostros y mi insignificancia tomo su lugar, pues en las cumbres se dice que lo maravilloso vive en la inmensidad y nadie creerá otra cosa, ni el brillo de estas planicies que es capaz de ocultarse en las sombras, de cerrar los ojos y, como los niños sueñan en juegos, desaparecer, esta carne viva sin vida no será capaz e hacerles cambiar de idea, ni por un ruego, ni por una suplica, su marcha seguirá el baile a mi alrededor, la música caminara burlona por mi espalda, mientras las copas brindan mas alto que el alcance de mis manos, he de ser yo siempre el invitado olvidado.